3/9/12
Tarot Osho Zen: Aislamiento
Somos infelices porque estamos muy identificados con el ego.
¿ Que quiero decir cuando digo que permanecemos demasiado en el ego? ¿Y que pasa exactamente cuando así lo hacemos? O bien estas en la existencia, o bien estas en el ego, no es posible estar en ambos al mismo tiempo.
Estar en el ego significa estar apartado, estar separado.
Estar en el ego quiere decir convertirse en una isla.
Estar en el ego significa dibujar una linea fronteriza a tu alrededor.
Estar en el ego significa hacer una distinción entre "soy esto" y "no soy eso".
La definición, el limite entre el yo y el no-yo es lo que define el ego: el ego aisla. Y te congela: ya no fluyes mas. Si fluyes, el ego no puede existir.
De ahí que la gente casi se haya convertido en cúbitos de hielo.
No tienes ningún calor, no sientes ningún amor. El amor es cálido, y le temen: en cuanto les llegue calor, empezaran a fundirse, y los limites desaparecerán.
En el amor los limites desaparecen, en la alegría también, ya que esta no es fría.
Comentario
En nuestra sociedad, a los hombres en particular se les ha enseñado a no llorar, a poner cara de valiente frente a situaciones que pueden herirle y a no mostrar que tienen dolor.
Pero las mujeres también pueden caer en la trampa, de modo que todos nosotros, una vez u otra, hemos podido sentir que la única forma de sobrevivir consiste en esconder nuestros sentimientos y emociones, a fin de no volver a ser heridos.
Si nuestro dolor es particularmente profundo puede, incluso, que intentemos esconderlo de nosotros mismos.
Esto puede hacernos fríos, rígidos, porque en el fondo sabemos que una pequeña rotura en el hielo puede liberar el daño y hacer que empiece a circular a través nuestro otra vez.
Las lágrimas de los colores del arco iris, que surcan el rostro de esta persona son la clave para la ruptura de este "aislamiento-congelamiento".
Las lágrimas, y solo las lágrimas, tienen el poder de fundir el hielo.
Esta bien llorar, y no hay razón para que te sientas avergonzado de tus lágrimas. Llorar nos permite liberar el dolor, nos posibilita ser amables con nosotros mismos y, finalmente, nos ayuda a sanar.
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