1. ALFA
El comienzo - La novedad - La inicial - La cabeza - El cabello
En un fondo gris claro evoca la luminosidad naciente de la aurora en la que se intuye la dualidad, pero también la complementariedad del blanco y el negro, el día y la noche, las líneas son dibujadas: una línea central horizontal define el mundo celestial del mundo terrenal, arriba y abajo los dos círculos salen sin terminar. Una línea vertical de puntos que separa el lado izquierdo del derecho, lo femenino de lo masculino, lo negativo de lo positivo, lo malo de lo bueno. Para subrayar la dualidad dos triángulos invertidos: uno apuntando hacia arriba representa el principio masculino, el espíritu, y el otro triangulo hacia abajo representa el agua, el principio femenino, la materia. Pero no por ser opuestos, son menos complementarios, ya que en un movimiento de va y viene, el espíritu que está en la parte superior desciende hasta a la materia para trabajar en ella mientras que la materia se eleva al espíritu para desarrollarse. En el primer plano, un triángulo azul donde el color es asociado con lo divino y la forma a la Trinidad se superpone a la barra transversal de un A negro, la primera letra del alfabeto latín. El triángulo azul y la letra negra están enlazadas por una figura | que recuerda a la alif árabe, número 1, símbolo de la unidad. Por encima de la A, la letra griega alfa marca la transición de cero a uno, lo no-manifestado a lo manifestado. El hombre comienza su larga marcha que lo llevará a la Omega, en el que siempre tendrá el libre albedrío, lo que le permite determinar sus decisiones y su propio camino. Por lo tanto, puede aceptar su destino y reconocer su pertenencia al orden divino.
El número 1 representa la unidad, el principio de la individualidad, tanto microscópico como macroscópico.
El conjunto evoca el inicio, el punto de partida.
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